Daniel Balima es un horticultor veterano de Tenkodogo, una pequeña ciudad subsahariana de Burkina Faso, donde vive con su numerosa familia y trabaja desde que nació hace 67 años.

De niño, Daniel enferma de poliomielitis y, aunque crece sin poder utilizar las piernas, es capaz de seguir a su padre en el vivero familiar, caminando sobre las manos.

Trabaja con gran pasión y talento, tanto que su discapacidad, que para muchos en África significa un destino marcado, es para Daniel una oportunidad: "Podía tomar dos caminos: mendigar o tomarme la vida y dedicarme a trabajar dignamente". Así que cada día va al huerto a trabajar, a pesar de las diversas dificultades a las que se enfrenta, tanto las relacionadas con su condición física, como las relacionadas con el territorio y es feliz, porque puede mantener a la familia y pagar sus estudios a hijos y nietos.

Daniel ha elegido y ganado este gran reto y, cada día, siembra y cultiva con gran esfuerzo y gratitud muchas verduras y plantas.

A menudo los que no tienen comida van al huerto, porque saben que incluso sin dinero pueden abrir esa puerta, mirar a los ojos a este hombre generoso, que con unos gestos y unas palabras amables le hará recoger y llevar a casa lo necesario para alimentarse.

En más de cincuenta años de actividad ha dado vida a más de un millón de árboles y esto es lo más importante para Daniel porque, según nos cuenta, su país, a causa de la sequía, necesita muchos árboles y no para, al contrario, sueña con plantar otro millón.